El pasado mes de
septiembre el doctor Dionisio Vélez Trujillo, en su calidad de alcalde de
Cartagena, convocó al pueblo de la ciudad heroica al teatro Adolfo Mejía (Heredia)
para rendirle cuentas sobre los resultados de su primer año de gobierno.
Como era de esperarse,
fueron diversos los comentarios de la opinión pública sobre lo que fue esa rendición de cuentas. Unos a
favor y otros en contra. Reconocidas personalidades de la vida pública y
ciudadanos del común se refirieron a lo acontecido en el Adolfo Mejía, entre ellos:
concejales, líderes cívicos, dirigentes comunales, veedores y periodistas.
A
favor se escuchó que estuvo concurrida como nunca antes,
que fue bien organizada, que el formato de la presentación fue novedoso y que,
en general, el Alcalde va bien en su gestión. En contra, que fue sin dudas el sentir mayoritario, se oyó decir
que el recinto fue llenado con funcionarios de la Alcaldía y amigos de la
Administración Distrital, que fue un monologo del Alcalde y sus funcionarios, que
no presentó cifras, que no se refirió a los aspectos negativos de la
administración, que evitó la confrontación y que, sin duda alguna, le fue muy
mal en su presentación y le está yendo peor en su gobierno.
Es conveniente, antes de
expresar cualquier opinión sobre lo ocurrido en el evento, recordar que en
Colombia está establecido el voto programático y, de acuerdo con ello, los
aspirantes a cargos unipersonales de elección popular (alcaldías, gobernaciones
o presidencia), deben poner a consideración del electorado un programa de
gobierno, inscribirlo ante la registraduria y, de ser electos, tomar ese
programa como base para la formulación del Plan de Desarrollo.
El Plan de Desarrollo,
establecido por ley con el objeto de asegurar el uso eficiente de los recursos
de las entidades territoriales (artículo 339 de la ley 152 de 1994), debe
constar de dos partes: una parte estratégica, en la cual queden claramente establecidos
los objetivos, estrategias y las metas por cumplir, y un plan de inversiones en
el cual se señalen los recursos que se utilizaran para alcanzar esos objetivos
y metas. El plan, es la carta de navegación del mandatario.
Por lo anterior, cualquier
evaluación que se pretenda hacer acerca de la gestión de un Alcalde, debe estar
referida a los compromisos consignados por este en su Plan de Desarrollo. La
pregunta que no puede faltar para determinar qué tan acertado y transparente estuvo el señor Alcalde en su
rendición de cuentas es la siguiente:
¿Mostró
el informe de gestión cifras que permitan establecer que tanto se ha logrado
avanzar en la consecución de las metas establecidas y los compromisos asumidos?
Con un teatro Heredia
totalmente lleno y pasadas las ocho de la mañana, hora en que debía empezar, se
inició la rendición de cuentas. La presentación se dividió en las cuatro áreas
temáticas establecidas en el Plan de desarrollo: La inclusión social, el desarrollo
económico, lo urbano y lo ciudadano-gubernamental.
El Alcalde, después de los
protocolos normales, se presentó en escena con los funcionarios de su gobierno
responsables del tema Social: Secretarios de Educación, Salud, Interior y Participación
Ciudadana. Agotado este tema, se presentó el cambio en escena y estos
funcionarios son reemplazados por los responsables de cuestiones económicas, continuando
luego el equipo de lo urbano y finalizando los encargados de lo ciudadano y lo gubernamental.
Los Secretarios y Asesores
que acompañaron al Alcalde, siguiendo seguramente un libreto, hablaron de los
logros de su sector, de las obras realizadas y por realizar, de las inversiones
hechas y por hacer y de todo aquello que les pareció positivo. A algunos les
alcanzó el tiempo para adulaciones y aprovecharon el momento en escena para
tirarle flores a la primera dama. Aunque todos hicieron uso de la palabra,
ninguno de ellos contrastó sus cifras con las del Plan de Desarrollo.
Al
Alcalde, apoyándonos en argot boxístico, se le vio liderando cada uno de los asaltos
de la presentación:
En solitario, hizo una
introducción en la cual habló de una primera etapa de su gobierno correspondiente
a poner la casa en orden. También aclaró que el plan de desarrollo solo le fue
aprobado por el Concejo Distrital hasta diciembre del 2013.
En su rol de líder
comandando a su equipo, complementaba lo
dicho por sus funcionarios refiriéndose a ejecuciones no mencionadas por ellos
y, en no pocos casos, los invitaba a ampliar la información sobre determinados
aspectos del tema que trataban. Conjugaba con frecuencia el verbo trabajar y,
como importantes logros, señaló la transparencia de su gestión y la recuperación
de la confianza de los Cartageneros en el gobierno local. Esto último, si nos
basamos en lo que se escucha y se lee, no está claro que coincida con la
percepción que tiene la Ciudad sobre el asunto.
El público presente, en un
principio muy atento, transcurrido algún tiempo de la presentación, empezó a
perder interés. Muchos hablaban entre
sí, provocando que desde la organización se les llamara al orden. Otros se
salieron del recinto, dando oportunidad a que entraran al teatro quienes se
habían quedado afuera por falta de cupo. No pareció, a juzgar por su
comportamiento, que a los presentes los cautivara la presentación.
La rendición de cuentas del
actual Alcalde de Cartagena, independiente de que tanto gustó a los presentes y
a los ausentes, solo mostró cifras aisladas que no fueron contrastadas con los
compromisos que se hizo en su plan de desarrollo, en conclusión, Lo que allí se dijo no nos permite evaluar
objetivamente su gestión.
En los siguientes
artículos, empezando por el tema urbano, nos estaremos refiriendo en forma
particular a cada uno de los objetivos establecidos en el Plan de Desarrollo y,
si se nos brinda la información, a los avances de la gestión del Alcalde en la
consecución de las metas allí consignadas.
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